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Inicia el recorrido devocional con la llegada del Mesías
Ciudad de Panamá – 13 de abril de 2025
En este Domingo, la Iglesia Bautista El Dorado da inicio a la jornada devocional especial para la Semana Santa 2025, bajo el tema “Vida, muerte y resurrección de Jesús”. El enfoque de hoy: la llegada del Mesías y su entrada triunfal.
La llegada del Mesías es profetizada
La travesía comienza con el cumplimiento de antiguas profecías. Siete siglos antes de su nacimiento, el profeta Isaías anunció que una virgen concebiría y daría a luz un hijo, cuyo nombre sería Emanuel, “Dios con nosotros” (Isaías 7:14; 9:6-7). Este niño sería Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Jesús no fue un líder más de su tiempo; fue y es el cumplimiento encarnado de esta profecía: 100 % Dios, 100 % hombre, que vino para salvar a la humanidad del pecado.
Isaías 7:14; 9:6-7.
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. … de los ejércitos hará esto.”
El nacimiento de Jesús
Y llegado el cumplimiento del tiempo, el momento preciso en el plan del Creador, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer; y de esta manera, el Mesías se hizo hombre, lo que le dio el derecho de pagar con su sangre el precio exigido por Dios para salvarnos de las garras del pecado (Mateo 1:18-21).
Mateo 1:18-21
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, … Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”
El Mesías es perseguido
Pero su llegada no fue recibida con tranquilidad. Desde el momento en que se hizo evidente la presencia de Jesús (aún en el vientre de María), comenzaron las ofensas y los agravios no solo contra ella, sino también contra Jesús, llamándola fornicaria y a su hijo, hijo de fornicación. Ya nacido, fue perseguido por Herodes, que buscaba matarlo. Esta hostilidad marcaría todo su caminar terrenal, siendo acosado constantemente por fariseos, saduceos y herodianos, que buscaban culparlo de alguna falta para matarlo (Mateo 2:13).
Mateo 2:13
“Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo.”
Hoy recordamos no solo el ingreso triunfal del Rey en Jerusalén, sino también el poderoso inicio de una historia que cambiaría la eternidad. Que este día nos impulse a recibirlo con un corazón humilde y adorador.
¡Hosanna al Hijo de David!
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El inicio del ministerio de Jesús marca un día histórico
Ciudad de Panamá – 14 de abril de 2025
En una jornada trascendental para la historia de la humanidad, los cielos han sido abiertos y el Hijo de Dios ha sido presentado al mundo. El inicio del ministerio terrenal del Mesías ha comenzado con señales claras del cumplimiento profético y la aprobación divina.
El Mesías es anunciado por Juan el Bautista
De la misma manera que se cumplió la profecía de la venida del Mesías, también se cumplió la profecía sobre la aparición de un heraldo, cuya misión sería anunciar y presentar al Mesías, que ya estaba entre ellos. Aquel que vestía de forma distinta también anunciaba de forma distinta: “El Mesías Rey viene, ya está aquí”. Y posteriormente declaró: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Mateo 3:1-3).
Mateo 3:1-3
“En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas.”
Jesús es bautizado
Jesús no tenía pecado alguno de que arrepentirse. No había en él motivo alguno para exigirle el bautismo. Él estaba limpio de todo pecado. Sin embargo, voluntariamente se acercó humildemente a Juan el bautista y le pidió que lo bautizara “en cumplimiento de toda justicia” e identificándose con su pueblo.
Mateo 3:13
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.”
Jesús inicia su ministerio terrenal
De esta manera inicia el Mesías su ministerio terrenal, con el bautismo en cumplimiento de toda justicia y el testimonio del Padre desde el cielo: “Este es mi hijo en quien tengo complacencia” y la presencia del Espíritu Santo como en forma de paloma. Dios mismo anunció la presencia del Rey en este mundo y aprobó y selló su obra hasta ese momento, y en lo por venir.
Mateo 3:16-17
“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”
Tentación del Mesías
Jesús sufrió y resistió la tentación de Satanás citando las Escrituras. Le ofreció al Señor los reinos de este mundo para que le obedeciera porque él es el príncipe de este mundo debido al pecado del hombre, pero Jesús actuó conforme a la voluntad del Padre y no discutió con el maligno. Se limitó a obedecer al Padre.
Mateo 4:1-3
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.”
El Rey ha sido anunciado, bautizado, aprobado desde el cielo y probado en el desierto. El ministerio del Mesías ha comenzado con poder, humildad y victoria. El Reino de los cielos se ha acercado… y su Rey ya está entre nosotros.
Mantente atento a lo que viene, porque esto apenas comienza...
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El Rey ha llegado y ha anunciado su Reino
Ciudad de Panamá – 15 de abril de 2025
Recordamos los momentos más cruciales del ministerio de Jesús, y veremos dos acontecimientos que transformaron la historia: el anuncio del Reino de Dios y la proclamación pública de Jesús como el Mesías. Ambos hechos nos revelan no solo la identidad divina de Cristo, sino también su llamado urgente a arrepentirse y entrar en ese Reino.
Jesús anuncia la venida del Reino de Dios
El anuncio fue claro, poderoso y lleno de propósito: el Reino de Dios había llegado. Jesús regresó a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo y comenzó a predicar con autoridad, enseñando no solo en sinagogas, sino también en plazas y todo lugar que fuera apropiado.
Lucas 4:15-16
“Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.”
Su mensaje era acompañado de señales sobrenaturales: milagros, sanidades, liberaciones y hasta resurrecciones. Todo Israel fue testigo de sus obras.
Y no solo fue un acto de compasión divina, sino también un modelo para nosotros: su vida es el ejemplo de cómo debemos proclamar el Reino sin excusas, con valentía y diligencia.
La entrada triunfal del Mesías, el Rey
La ciudad se estremeció. Jerusalén fue testigo de un momento histórico: la entrada triunfal del Rey prometido. Jesús, el Hijo de David, fue recibido con cánticos de alabanza, mantos en el camino y ramas agitadas en señal de honor.
Este no fue un gesto casual, sino una declaración pública y profética: Jesús se presentó como el Mesías prometido, el Rey de reyes.
Las multitudes lo reconocieron, proclamaron su identidad y le dieron la bienvenida. Jesús no ocultó quién era; dio todas las señales para que no quedaran dudas. Por eso, no hay lugar para la indiferencia: la verdad fue revelada, y el Salvador se manifestó al mundo.
Mateo 21:8-10
“¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!... Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?”
Él vino, enseñó, sanó, murió y resucitó. Y volverá.
¡No hay excusas! El Rey ya fue revelado, y su nombre es Jesús.
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Del dolor de la traición al consuelo en la oración
Ciudad de Panamá – 16 de abril de 2025
En el camino hacia la cruz, Jesús enfrentó no solo el rechazo de las multitudes, sino también la herida más profunda: la traición de un amigo. Este devocional nos lleva a un recorrido por dos escenas clave en la última noche del Señor: la oscura decisión de Judas y la oración desgarradora en Getsemaní.
Jesús es traicionado
En esta escena oscura de la historia, el corazón del hombre queda expuesto. Judas Iscariote, uno de los doce discípulos, traicionó al Maestro. No un enemigo lejano, sino un amigo cercano. Su decisión, motivada por la codicia y avivada por la influencia de Satanás, lo convirtió en símbolo universal de traición.
Pero incluso en este acto doloroso, el plan redentor de Dios seguía en marcha. Nada sorprendía al Salvador, que sabía que debía ser entregado para cumplir las Escrituras.
Mateo 26:3-4; 14-16
“Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle.”
“Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.”
Jesús ora en Getsemaní
La batalla más dura no se libró en la cruz, sino en la soledad de un huerto, bajo la sombra de olivos. Allí, en Getsemaní, Jesús enfrentó la angustia más profunda al contemplar lo que vendría: sufrimiento, abandono y muerte.
Pero no huyó. Oró.
Se postró ante el Padre y se sujetó a Su voluntad. No hubo quejas, solo obediencia. No hubo resistencia, solo entrega.
Mateo 26:36
“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.”
Hoy, al meditar en estas verdades, recordamos que aun en nuestras noches más difíciles, Dios no ha perdido el control. Él nos llama a confiar, a orar y a rendirnos como lo hizo su Hijo amado.
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Del dolor de la traición al consuelo en la oración
Ciudad de Panamá – 17 de abril de 2025
En la antesala de la cruz, nos encontramos con una escena que duele y, al mismo tiempo, redime. Aquel que es santo, justo y sin mancha, es llevado ante tribunales humanos llenos de corrupción. Jesús no solo fue traicionado por un amigo; fue acusado falsamente, juzgado sin justicia y humillado cruelmente.
Jesús es juzgado por el Sanedrín
Mateo 26:57
“Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos.”
Aquel que nunca cometió pecado fue llevado ante un tribunal corrupto. Enjuiciado apresurada e injustamente por los gobernantes judíos religiosos. Sin derecho a preparar su defensa. El Sanedrín, el consejo religioso más alto del pueblo judío, violó todas las leyes que pudieron.
Las leyes que debían proteger al inocente fueron ignoradas:
Y como si no bastara con la injusticia legal, fue humillado físicamente: escupido, golpeado, abofeteado. El rostro más puro que ha conocido la humanidad fue desfigurado por manos llenas de odio.
Jesús ante Pilato
Marcos 15:1.
“Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato.”
Después del juicio religioso, vino el juicio civil. Jesús es llevado ante Pilato, gobernador romano, quien sabiendo que era inocente, cedió por temor a un motín. El justo fue condenado por presión política.
Entonces comenzó un nuevo nivel de sufrimiento.
Los soldados romanos lo azotaron sin compasión, lo vistieron con un manto escarlata y le colocaron una corona de espinas. Se burlaron llamándolo “Rey de los judíos”, lo golpearon en la cabeza con una vara, lo escupieron y luego lo llevaron para ser crucificado.
Era el Rey verdadero… y fue tratado como el peor de los criminales.
La cruz se acercaba… y Jesús no se detuvo.
Lo hizo por ti. Lo hizo por mí.
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Del Gólgota a la Gloria
Ciudad de Panamá – 18 de abril de 2025
Este fin de semana, viajaremos al corazón mismo del evangelio: la cruz, la tumba y la gloria eterna. Cada paso de Jesús —desde el Gólgota hasta el cielo— nos habla de un amor inquebrantable, de una victoria completa y de una esperanza viva.
El Rey es crucificado
Lucas 23:33.
“Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.”
En el lugar más sombrío del mundo, llamado la Calavera, el Santo de Dios fue clavado en una cruz. De manera muy sobria, Lucas describe la crucifixión del Mesías. Tal vez por el hecho de que la muerte del Mesías era algo difícil de aceptar, pero morir de esta manera era algo que iba más allá de toda aceptación, pero con amor y misericordia, sin ningún resentimiento ni ira, el Señor clamó al Padre que perdonará a sus verdugos.
Lucas 23:34
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”
Muerte de Jesús
Mateo 27:50
“Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.”
Durante tres largas horas estuvo el Señor colgado en la cruz, llevando el peso de todos nuestros pecados. Durante ese tiempo hubo tinieblas sobre la tierra. Cuando el Mesías entregó el espíritu, la tierra misma tembló. Las rocas se partieron, el velo del templo se rasgó: signo de que ahora tenemos libre acceso al trono del Padre. La tierra tembló, las rocas se partieron. El Rey expiró. Ahora toda la humanidad tiene ahora un Mediador para llegar a Dios.
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De la Tumba Vacía a la Gloria Celestial
Ciudad de Panamá – 19 y 20 de abril de 2025
El cuerpo de Jesús fue puesto en una tumba… pero la historia no terminó allí. Después de la cruz vino el silencio del sepulcro. El mundo pensó que todo había acabado, pero el plan de Dios apenas estaba llegando a su punto culminante.
Jesús es sepultado
Lucas 23:53
“Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.”
Después de entregar su vida en la cruz, el cuerpo de Jesús fue tratado con reverencia. José de Arimatea y Nicodemo, quienes se habían mantenido en secreto por miedo a los hombres, cobraran valor e hicieran algo por Jesús. Estos hombres tipifican a muchos de nosotros que somos capaces de hacer más por una persona muerta que por una viva.
Nuestro Señor fue sepultado en una tumba nueva, ubicada en un huerto cercano y fue envuelto en tela de lino y bañado con mirra y áloe. Digno de un Rey.
El amor de Cristo transformó a hombres temerosos en testigos valientes. Y aún hoy, ese mismo amor sigue dando valentía a quienes deciden vivir para Él.
Resurrección de Jesús
Marcos 16:6
“Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron.”
¡La tumba no pudo retenerlo!
Al resucitar físicamente, Cristo triunfó sobre el pecado, sobre la muerte y sobre Satanás, para que todos los que confíen en Él reciban nueva vida en este mundo y vida eterna en el mundo venidero.
Su resurrección es la primicia de la resurrección general al final de los tiempos. Todos los hombres resucitarán, ya sea para vida eterna con Dios o para condenación eterna.
Cristo resucitó de los muertos en un cuerpo incontaminado, incorruptible, inmarcesible, y la Escritura dice que cuando seamos resucitados en el día final, tendremos cuerpos resucitados iguales al Suyo.
La ascensión del Rey
Lucas 24:51
“Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo.”
El Señor culminó con un éxito rotundo Su obra terrenal. Él había cumplido en su totalidad la voluntad del Padre. Ahora retorna a Su gloria celestial. Gloria que había estado velada durante Su tiempo en la tierra. Exaltado por el Padre, recibido con honores y dándosele un nombre que es sobre todo nombre.
Ahora nuestro Señor va a preparar un lugar muy especial para nosotros. Tenemos de Dios un edificio, una casa, eterna, no hecha de manos en los cielos, junto a nuestro Señor.
Oración de agradecimiento por esta Semana Santa:
Señor Jesús, gracias por tu amor inmenso, por tu sacrificio en la cruz, por tu cuerpo sepultado con honra, por tu gloriosa resurrección que me da esperanza, y por tu ascensión que asegura mi eternidad contigo. Hoy reconozco que sin ti estoy perdido, pero que en ti tengo vida verdadera. En el nombre de Jesús, amén.
Deseo entregar mi corazón a Cristo Jesús, mi Salvador...
Señor Jesús,
hoy reconozco que soy pecador y que necesito tu perdón.
Creo que moriste por mí en la cruz, que fuiste sepultado y resucitaste al tercer día.
Te entrego mi vida, mi pasado, mi presente y mi futuro.
Sé mi Salvador, mi Señor y mi Rey.
Gracias por darme vida eterna.
Desde hoy, quiero caminar contigo todos los días.
Amén.